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  • Foto del escritorAlexis Sazo

Buenos padres



Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá. (Salmos 27:10)


El columnista Leonard Pitts Jr. se crió con un padre a quien describe como físicamente presente, pero emocionalmente ausente. En su primer libro sobre la crianza de los hijos, Pitts cuenta abiertamente su lucha para aceptar a su padre alcohólico y el clima de temor que este había creado en su hogar. Sin embargo, Pitts reta a todos los hombres a resolver su resentimiento hacia sus padres ausentes o abusivos en lugar de pasarlo a la siguiente generación.


La ausencia física y/o emocional del padre deja profundas cicatrices. Y sin darnos cuenta, esta ausencia pudo haber hecho brotar raíces de amargura. Si bien el pasaje en Hebreos 12 se aplica a todos los cristianos, pero que tiene una pertinencia especial para aquellos cuyos padres les dejaron cicatrices. Dice así: «Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados» (Hebreos 12:14–15).


¡Cuán importante es pedirle a Dios que extirpe estas raíces de amargura de nuestros corazones! Además, todos los que hemos creído en Cristo, tenemos un Padre, uno que es perfecto, uno que nunca nos decepcionará. Esta es una de las razones por las cuales el Señor vino al mundo:


A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. (Juan 1:18)


Nuestro Padre puede suplir cualquier vacío, herida o cicatriz que nuestro padre terrenal haya dejado en nosotros. Él está deseoso que le entreguemos nuestro corazón (Proverbios 23:26), y que desarrollemos una íntima comunión con Él, en una relación Padre e hijo.


Ahora, pensemos en lo que podría pasar en nuestras familias si nos pusiéramos en las manos de Dios para vaciar nuestros corazones de amargura. Si hemos sido bendecidos con un Padre sabio y amoroso, debemos estar agradecidos y seguir su ejemplo. Porque si nuestro padre terrenal nos ha fallado, debemos confiar en la gracia de Dios, resolver nuestra ira hacia él. Y todos los varones que son papás, de cierto que no será fácil, pero con nuestro Padre celestial como ejemplo perfecto, pueden aprender a ser buenos papás.


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