Bienaventurados los mansos
- 8 feb
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Versión en video: https://youtu.be/IzoC9KtX1zM
Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. (Mateo 5:5)
En un mundo donde la mansedumbre suele confundirse con debilidad, nuestro Señor Jesús nos enseña que es una virtud poderosa y bendecida por Dios. La palabra “manso” en este pasaje proviene del griego praus, que describe a alguien que tiene su fuerza bajo control, en este caso, sometida a la voluntad de Dios. Por tanto, no es pasividad ni cobardía, sino una actitud de humildad y confianza en el Señor.
Jesucristo mismo fue el ejemplo perfecto de mansedumbre. Aunque tenía todo el poder y la autoridad, nunca actuó con arrogancia ni violencia. En lugar de defenderse y usar su infinito poder, confió en el Padre, incluso cuando fue acusado injustamente y llevado a la cruz (1 Pedro 2:23). Su mansedumbre no fue debilidad, sino dominio propio y una confianza absoluta en Dios.
El mundo nos enseña que para “heredar la tierra” debemos ser agresivos, ambiciosos y dominantes. Mientras que Cristo nos muestra lo contrario: los mansos son los que recibirán la herencia de Dios. Esta promesa no solo se refiere a la vida futura en su Reino, sino también a una paz profunda y una confianza inquebrantable en el presente.
Practicar la mansedumbre significa responder con gracia cuando somos provocados, confiar en Dios en lugar de buscar venganza y caminar en humildad en lugar de orgullo. Es reconocer que no necesitamos imponernos para ser valiosos, porque nuestra identidad y herencia vienen de Dios.
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