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Bienaventurado el que lee y guarda la profecía

  • 7 mar
  • 1 Min. de lectura


Versión en video: https://youtu.be/n0ZWdR8Lgws


Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca. (Apocalipsis 1:3)


Este versículo nos recuerda que la lectura de la Palabra de Dios no es un mero ejercicio intelectual, sino una fuente de bendición para aquellos que la escuchan con un corazón dispuesto y la guardan con obediencia. En un mundo lleno de ruido, donde muchas voces compiten por nuestra atención, el llamado de este pasaje es claro: debemos leer, oír y vivir conforme a la revelación divina.


La bienaventuranza que se menciona aquí no es solo una promesa futura, sino una realidad presente para quien valora y atesora las Escrituras. En Apocalipsis, el mensaje es particularmente urgente: “el tiempo está cerca”. Esta afirmación nos recuerda la inminencia del cumplimiento de los propósitos de Dios y la necesidad de vivir con una perspectiva eterna, conscientes de que cada día que pasa nos acerca más a su plenitud.


Guardar la profecía no significa simplemente conocerla, sino permitir que transforme nuestra manera de vivir. El mundo busca estabilidad en cosas pasajeras, pero el creyente halla seguridad en la verdad inmutable de Dios. Su Palabra nos da dirección en tiempos de incertidumbre, esperanza en medio de la aflicción y la certeza de que su propósito se cumplirá.


Así que, en un tiempo donde muchos descartan la Escritura o la tergiversan, seamos de aquellos bienaventurados que leen con fervor, escuchan con atención y obedecen con fidelidad. Porque en ello hay vida, paz y una esperanza inquebrantable.

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