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  • Foto del escritorAlexis Sazo

Aunque sea incomprensible debemos confiar



Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. (Isaías 55:8–9)


Como seres humanos nos cuesta entender porqué ocurren las cosas de determinada manera en nuestras vidas, especialmente cuando se frustran nuestros deseos. Muchas veces sufrimos al no podemos cambiar la situación actual. Nos angustiamos, nos entristecemos o nos llenamos de rabia frente a este tipo de situaciones. Pero la Palabra de Dios nos dice:


¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó? ¿De la boca del Altísimo no sale lo malo y lo bueno? (Lamentaciones 3:37–38)


Un buen ejemplo de cómo deberíamos actuar los creyentes es hacer lo que los amigos de Daniel hicieron. Dios permitió que Ananías, Misael y Azarías fueran echados en un horno de fuego ardiente (Daniel 3:1–30), siendo que no habían hecho nada malo delante de Él. Ellos no entendían el porqué de la situación, sin embargo, depositaron toda su fe en Dios. Pero ¿por qué Él hizo esto? Pues para hacer entender a Nabucodonosor (y a todas las personas de Babilonia) que no existe otro Dios tan grande y poderoso como Él.


Nosotros no sabemos de qué cosas nos está librando Dios cuando no nos permite hacer algo que deseábamos hacer, o de qué manera nos está moldeando cuando ocurre algo inesperado o indeseado en nuestras vidas. Puede ser para librarnos de un accidente grave, para evitarnos una pérdida terrible, un dolor tremendo o cosas que no alcanzamos ni siquiera a vislumbrar. Quizás Dios permita en este momento que estemos padeciendo de alguna enfermedad, quizás un familiar nuestro está enfermo, como por ejemplo un hijo o nuestros padres. Pero nunca debemos olvidar que todo en la vida de los creyentes ocurre con un propósito, el cual es para nuestro propio bien:


Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. (Romanos 8:28)


Así que, no nos frustremos ni nos sintamos mal, ni tampoco descarguemos esa frustración en otros, porque es Dios obrando en nuestras vida permitiendo que ocurran o no ocurran cosas que deseamos. Ya que bien nos dice Él en su Palabra:


¿Por qué se lamenta el hombre viviente? Laméntese el hombre en su pecado. Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos a Jehová; levantemos nuestros corazones y manos a Dios en los cielos; nosotros nos hemos rebelado, y fuimos desleales; tú no perdonaste. (Lamentaciones 3:39–42)


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