Asimismo muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos; y hecha la cuenta de su precio, hallaron que era cincuenta mil piezas de plata. Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor. (Hechos 19:19–20)
Los efesios, evangelizados por el apóstol Pablo y sus compañeros, realmente pasaron de las tinieblas del paganismo a la luz del evangelio, cuando creyeron en el Señor Jesús y comprendieron la incompatibilidad de este con la magia y la brujería que florecían en su ciudad. Ciertamente esta era una ciudad entregada completamente a la brujería, ya que el precio de todos los libros que quemaron equivaldría hoy en día a más de 300 mil dólares americanos.
Satanás sabe muy bien que en los seres humanos que no conocen a Dios existe un vacío, una carencia que él se esmera en llenar; pero que no puede, sino que son sencillamente distracciones para que estas personas no vayan a Cristo. Así nació la idolatría bajo tantas formas diferentes (Romanos 1:21–23). En muchos países, pese a estar cristianizados desde hace tiempo, el abandono de la fe es evidente, por ejemplo, en países europeos o en el mismo Estados Unidos; lo que da lugar a toda clase de creencias y «artes mágicas». Todo ocurre como si en una cultura que se jacta de ser muy racional los hombres procuran colmar a toda costa una necesidad de seguridad. Buscan una explicación del mundo y toda la creación, la cual no están dispuestos a buscar en Dios. De ahí que Dios haya dicho en su Palabra:
Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. (Romanos 1:22–23)
Basta abrir el diario para darse cuenta de lo que Satanás ofrece con gran refuerzo de publicidad: horóscopos, astrología, consejos de videntes, magia blanca, roja o negra, etc. Y qué hablar de lo que vemos en las películas y series en las distintas plataformas de streaming en donde las artes oscuras son la tónica.
Hermanos, cuidemos nuestras mentes y corazones de estas sutilezas satánicas. Meditemos y sopecemos bien lo que ponemos frente a nuestros ojos. Y sigamos lo que nos dice Dios en su Palabra:
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. (Filipenses 4:8–9)
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