«Apuestas espirituales»
- 29 ago 2021
- 2 Min. de lectura

Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios. (Romanos 11.29 RVR60)
El problema de apostar compulsivamente puede parecer extraño a la mayoría de nosotros. Sin embargo, los expertos creen que millones de personas son adictos psicológicamente al juego. Les produce una emoción de esperanza y riesgo, pero generalmente termina en una derrota. Es, ciertamente, un placer temporal. Para los que se involucran en él, perder es lo normal, mientras que ganar significa no perderlo todo.
Lo cierto es que nosotros los cristianos muchas veces tenemos un problema similar con las «apuestas espirituales». Me explico, estás «apuestas espirituales» de las que hablo es una manera de vivir que implica correr riesgos viendo cuánto podemos forzar la paciencia de Dios. Aunque sabemos que el mundo siempre habla de la suerte, nosotros como creyentes muchas veces jugamos con el tiempo o con placeres pecaminosos «echando suertes» para ver hasta donde podemos ir sin ser castigados por Dios. Lo triste es que vivimos como si fuera posible ignorar la voluntad de Dios y aún así salir adelante. Porque parece que somos adictos a la emoción del riesgo.
Su Palabra nos dice:
Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? (Números 23.19 RVR60)
Mis hermanos, no existe posibilidad alguna de que nuestro Dios no cumpla lo que ha dicho que ha de hacer en su Palabra. No hay ni siquiera una probabilidad en mil. Tal como leemos en el versículo que puse recién, podemos estar absolutamente seguros de que lo que Él ha dicho y prometido, se cumplirá.
Quizás un buen ejemplo a imitar sea Moisés, porque nos dice en su Palabra:
Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. (Hebreos 11.24–26 RVR60)
Moisés prefirió lo eterno, en vez de lo terrenal, lo cual es pasajero. Él estuvo dispuesto a confiar en la Palabra de Dios –la cual es segura–, en vez de correr riesgos con la emoción temporal del pecado. Y nosotros, hermanos, ¿seguiremos haciendo «apuestas espirituales»?
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