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Aprovechar bien el tiempo




 

Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. (Efesios 5:15–16)

 

Cuando leemos estos versículos, especialmente el 16, tendemos a leer como si el apóstol Pablo hubiese dicho: «los días son cortos», llamándonos a actuar y a hacer lo más que podamos con el tiempo que tenemos en nuestras manos. Sin embargo, lo que la Palabra de Dios dice es que «los días son malos»; por lo tanto, debemos sacar el mayor provecho posible al tiempo que Dios nos da.


Puede que por usarse el adjetivo calificativo «malo», consideremos que son días poco provechosos, pero es precisamente lo opuesto, porque los días malos son días de oportunidad. Ya que mientras más malvada se vuelva nuestro mundo y nuestras sociedades, más oportunidades habrá para demostrar y compartir nuestra fe. Porque sabemos que «la luz en las tinieblas resplandece» (Juan 1:5). Entonces, mientras más oscuridad nos rodee, mayor se verá el resplandor de nuestra luz.


Pero puede que miremos nuestros tiempos con un corazón apesadumbrado y soñemos con haber vivido en los tiempos del Señor, o quizás de los primeros creyentes, o en los de los grandes predicadores de siglos pasados. Aunque no podemos olvidar que es Dios quien controla todo cuando pasa; porque bien dice en Lamentaciones 3:37–38: «¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó? ¿De la boca del Altísimo no sale lo malo y lo bueno?». Por lo tanto, la historia es Su historia, porque Él lo controla todo, y es Él quien determina el surgimiento de naciones, sus fronteras; así como la caída de muchas otras. Todo esto con el fin de que los hombres «busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros» (Hechos 17:27).


Sabemos que Dios es paciente, no queriendo que todos procedan al arrepentimiento, por eso aún no ha vuelto por segunda vez (2 Pedro 3:9), ni ha ejecutado sus juicios. Por eso permite que los tiranos malvados hagan su propia voluntad, perturbando las vidas ordenadas de la gente, causándoles dilemas que están más allá de su comprensión. El mal trae dolor, pero Dios tiene el don de sacar cosas buenas, aun de lo malo para aquellos que le aman (Romanos 8:28). Así que, no temamos a estos tiempos malos, porque son tiempos de oportunidades sin par. Por eso es que debemos aprovechar el tiempo que Dios nos da.


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