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APARTADOS PARA DIOS

  • 21 nov 2020
  • 2 Min. de lectura


Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda la llanura; escapa al monte no sea que perezcas. (Génesis 19.17 RVR60)

La mujer de Lot volvió la mirada desobedeciendo el mandato que se les había dado y como consecuencia de ello se volvió estatua de sal.

¿No nos anuncia la Palabra de Dios que pronto este mundo será juzgado y será destruido por fuego también? ¡Cristianos, hasta cuando dejaremos de volver la vista a las cosas de este mundo cargado de pecado en donde no habita Dios siguiendo el ejemplo de la mujer de Lot! ¿Por qué deseamos volver a la oscuridad de la cual nos sacó un día el Señor, siendo que Él nos llevó a su luz admirable? Nosotros ya no pertenecemos al mundo, ya no seguimos su corriente:

A ustedes, él les dio vida cuando aún estaban muertos en sus delitos y pecados, los cuales en otro tiempo practicaron, pues vivían de acuerdo a la corriente de este mundo y en conformidad con el príncipe del poder del aire, que es el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia. Entre ellos todos nosotros también vivimos en otro tiempo. Seguíamos los deseos de nuestra naturaleza humana y hacíamos lo que nuestra naturaleza y nuestros pensamientos nos llevaban a hacer. Éramos por naturaleza objetos de ira, como los demás. (Efesios 2.1–3 RVC)

Antes de ser salvados por el Señor vivíamos en el mundo y éramos parte de él. Pero ahora que hemos creído en Él y si bien aún estamos en el mundo, ya no somos parte de él (Juan 17.15) o por lo menos, no deberíamos vivir como si fuéramos parte de él. Porque sabemos que al mundo no le interesan las cosas de Dios, pues son contrarios a todo ello, ya que bien dijo el Señor:

Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. (Juan 15.18–19 RVR60)

Y si nos ponemos a pensar, como creyentes, ¿qué nos ofrece el mundo? La verdad es que todo lo que nos ofrece el mundo no nos sirve de nada, porque todo es efímero, así bien nos dice su Palabra:

Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. (1 Juan 2.16–17 RVR60)

Hermanos, no sigamos el mal ejemplo de la mujer de Lot, pues ella perdió su vida por estar mirando lo que dejaba atrás. Además recordemos lo que dijo el Señor Jesús:

Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios. (Lucas 9.62 RVR60)

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