Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis. (Mateo 24:44)
Hay citas a las que no podemos faltar, por ejemplo, la partida de un tren, la salida de un avión, los exámenes finales de un curso, una entrevista de trabajo, etc. Son citas importantes y a veces irremplazables.
En nuestros contactos con los demás, a veces dejamos pasar la ocasión de expresar una palabra de aliento o una de verdad. A veces nos callamos porque estemos enfadados o en conflicto con una persona; pero recordemos lo que dice su Palabra: «porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor» (Romanos 13:8 y 10). Por lo tanto, no debemos pasar la ocasión para resolver un malentendido o un desacuerdo, por amor a ese prójimo. Ya que, con lo efímera que es la vida, nunca sabemos cuando será la última oportunidad que veamos a alguien.
Pero especialmente, antes de que sea demasiado tarde, pongamos en regla nuestra situación ante Dios. «Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento» (Eclesiastés 12:1). Cuando en la Biblia habla de acordarse de Dios, es mucho más que pensar en Él, sino que es tener una relación viva, es darle un principal lugar en nuestras vidas. Debemos acordarnos de nuestro Creador, quien nos ha dado todo; porque sin Él no somos nada, ni podemos hacer nada, tampoco. Y es necesario hacerlo desde nuestra juventud, tal como dice en Eclesiastés.
No esperemos a que sea demasiado tarde para acordarnos de Dios, es decir, para conocerle mediante la fe al recibir su perdón y su salvación. Dios nos ofrece la vida eterna mediante la fe en el Señor Jesucristo. Y como todo regalo, hay que aceptarlo, pero hay que hacerlo antes de que sea demasiado tarde.
Os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. (2 Corintios 5:20)
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