Alexis Sazo
Ante la muerte

No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte; y no valen las armas en tal guerra, ni la impiedad librará al que la posee. (Eclesiastés 8:8)
Antiguamente se decía que el hombre tiene siete compañeros: el hambre, la sed, el calor, el frío, el cansancio, la enfermedad y la muerte. Actualmente, una parte de la humanidad está afortunadamente libre de aquellos cuatro primeros malos compañeros. Sin embargo, el cansancio y la enfermedad siguen existiendo, a pesar de los esfuerzos de la medicina y la ciencia moderna. Y en cuanto a la muerte, a quien la Palabra de Dios llama «el postrer enemigo» (1 Corintios 15:26) y asimismo el «rey de los espantos» (Job 18:14), ¡nadie puede escapar de ella! Sin importar nuestra edad, nuestras creencias o las riquezas que poseamos, porque ciertamente puede alcanzarnos en cualquier momento. Ante esta realidad, como seres humanos, podemos adoptar dos actitudes:
1. «Comamos y bebamos, porque mañana moriremos» (1 Corintios 15:32). Esto significa que en vez de enfrentarnos a la realidad de la muerte y hacer los preparativos para ella, preferimos cerrar los ojos y no pensar en ella, haciendo como si aquel día nunca nos va a alcanzar, tal como hace un niño pequeño cubriéndose los ojos y pensando que con eso nadie lo ve.
2. Lo segundo es aceptar esta realidad y hacerse las preguntas adecuadas sobre el más allá y el sentido de la vida. Específicamente escuchando lo que Dios nos dice en la Biblia, ya que es ahí en donde encontramos respuestas que son verdaderamente seguras y 100% fidedignas. Por ejemplo:
¿Qué sentido quiere dar Dios a mi vida? En su Palabra nos dice: «Que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado» (Juan 17:3). Esto significa que Dios quiere que tengamos una relación con Él.
Otra pregunta podría ser la siguiente: ¿Qué hay después de la muerte? La respuesta de Dios es esta: «Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio» (Hebreos 9:27).
y finalmente, ¿cómo poder escapar de aquel juicio? El Señor Jesús nos respondió al decir: «El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida» (Juan 5:24).