Amor hasta la muerte
- 19 abr
- 2 Min. de lectura

Versión en video: https://youtu.be/5qfNlVRa_mE
Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. (Juan 15:13)
Hay palabras que conmueven el alma y dejan una marca profunda en el corazón. Este versículo, pronunciado por el Señor Jesús, no solo revela su carácter, sino también su propósito eterno: amar hasta las últimas consecuencias. El Dios eterno, quien no necesitaba nada, decidió mostrarnos el mayor acto de amor jamás visto: morir por nosotros cuando aún éramos sus enemigos.
Cristo no habló del amor como una teoría. Lo vivió, lo demostró y lo encarnó. En su camino hacia la cruz, no fue forzado ni sorprendido por el dolor. Él fue voluntariamente, sabiendo que su sacrificio sería el único puente entre el Dios justo y una humanidad caída. El Señor Jesús no fue víctima, sino el Salvador. Cada latigazo, cada clavo, cada gota de sangre fue una declaración silenciosa, pero poderosa: “Te amo y te estoy rescatando por medio de mi muerte.”
A veces olvidamos el precio que tuvo nuestra redención. Vivimos como si su cruz fuera un símbolo y no una realidad sangrienta. Jesucristo padeció física, emocional y espiritualmente. Cargó con el pecado de todos, soportó el abandono, y aceptó la ira santa de Dios sobre Él. ¿Por qué? Porque nadie tuvo mayor amor que este.
Este sacrificio nos llama a una respuesta. No se trata solo de admirar el amor de Cristo, sino de rendirle nuestras vidas. Si el Señor Jesús dio la suya por nosotros, ¿cómo no darle la nuestra a cambio? Si Él se humilló hasta la muerte, ¿cómo no vivir en humildad y obediencia? Si Dios entregó lo más precioso por amor, ¿cómo no confiar en Él cada día?
Comments