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  • Foto del escritorAlexis Sazo

Amargura duradera



Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados. (Hebreos 12.15 RVR60)


Las raíces de amargura que pueden crecer en nuestros corazones son muy destructivas a la larga, no solo para quien las tiene, sino también para quienes les rodean. Quizás una de las más comunes que albergamos los creyentes, sea la falta de perdón.


Durante la Segunda Guerra Mundial, la familia de Corrie Ten Boom tenía una empresa de fabricación de relojes en Holanda, y trabajaban activamente para proteger a familias judías. Con el tiempo, todos los Ten Boom fueron enviados a un campo de concentración. Después de diez días en el campo de concentración, el padre de Corrie murió. Su hermana, Betsie, también falleció allí. Mientras estas hermanas estaban juntas en el campo, la fe de Betsie ayudó a fortalecer la de Corrie. Esa fe llevó a Corrie a perdonar incluso a los hombres despiadados que trabajaron como guardias durante sus días en aquel campo. Mientras el odio y el deseo de venganza seguían destruyendo vidas muchos años después de salir de aquellos lugares, Corrie era consciente de esta verdad: el odio perjudica más al que odia que al odiado, sin importar cuán justificado pueda parecer ese sentimiento.


Al igual que Corrie, cada uno de nosotros tiene la oportunidad de amar a sus enemigos y decidir perdonarlos. El perdón no excusa la ofensa, pero, cuando perdonamos, mostramos a Cristo ante el mundo, pues ese es el mandamiento divino:


Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. (Efesios 4.32 RVR60)


Dios te ayudará a que desaparezca de ti todo resentimiento y amargura cuando observes que el Espíritu Santo forma en ti un lugar donde los demás vean al Salvador. Y nunca olvidemos lo que Dios nos manda en su Palabra:


Sean comprensivos con las faltas de los demás y perdonen a todo el que los ofenda. Recuerden que el Señor los perdonó a ustedes, así que ustedes deben perdonar a otros. (Colosenses 3.13 NTV)


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