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¿Alguien teme a Dios para pecar?



 

Señor, si llevaras un registro de nuestros pecados, ¿quién oh Señor, podría sobrevivir? Pero tú ofreces perdón para que aprendamos a temerte. (Salmos 130:3-4).

 

Contestando a la pregunta del título, puedo decir que no; y esto es así desde que nacemos hasta la muerte; ya que pecamos sin temor alguno. El hombre natural, no conoce a su Creador. Me refiero a conocerle como conocemos a un familiar o a un amigo muy cercano. Aunque el mundo lo niegue, fuimos creados a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1.26); formados del polvo de la tierra. Dice su Palabra que Dios sopló aliento de vida en la nariz de Adán (Génesis 2.7). Él le hizo como a los ángeles del cielo, sin pecado. Pero Adán eligió pecar y arrastró a toda su descendencia al pecado. Debido a esto, el ser humano no deja de pecar, porque nacemos con el espíritu muerto para Dios.

Dios le había dicho que de todo árbol del huerto podía comer, excepto del árbol de la ciencia del bien y del mal (Génesis 2.17). Le dijo que del día que de él comiese, ciertamente moriría. Sin embargo, su mujer (Eva), lo incitó a comer, desobedeciendo a Dios; pues ella fue usada por Satanás, obedeciendo a la voz de un extraño, y dejando de lado la orden de Dios.

El resultado fue la muerte, pues murieron de inmediato. Sí, murieron, pero lo hicieron espiritualmente. A raíz de ello Dios los sacó del maravilloso Huerto del Edén. Desde aquel entonces quedaron muertos para Dios, es decir, ya no podían estar delante de su presencia y no podían compartir más con Él, como consecuencia del pecado cometido. Por eso dice en su Palabra:

Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír. (Isaías 59.2)

Todo ser humano que no toma en cuenta a su creador, está muerto espiritualmente. Y además de esto, todos tenemos que pasar por la muerte física como consecuencia de la desobediencia de Adán y Eva. Porque ellos, nuestros primeros padres, volvieron al polvo de donde Dios los había formado. Eso fue parte del castigo que Dios le dio al ser humano por su pecado:

Porque de la tierra fuiste tomado polvo eres, y al polvo volverás (Génesis 3.19).

A diferencia del cuerpo, el alma -que es eterna-, no morirá jamás. Pero hay solución para esto; ya que si la persona se vuelve a Dios y pide perdón por sus incontables pecados, Dios le recibirá y le perdonará. Porque por eso dijo Jesús: Al que a mí viene, no le hecho fuera (Juan 6.37). Pero si rehúsa volverse al Señor, pasará toda la eternidad sin Dios en tormento, donde es el lloro y crujir de dientes (Lucas 13:28).

Medite en esto, porque queda muy poco tiempo para que vuelva el Señor. Esta vez Él volverá como Juez y condenará a los que le rechazan.


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