top of page

Alabando sea Dios por sus maravillas

  • 17 dic 2024
  • 2 Min. de lectura


Alabaré al Señor con todo el corazón en la compañía y congregación de los rectos. Grandes son las obras del Señor, buscadas por todos los que las desean. (Salmos 111:1–2)


El Salmo 111 nos invita a reconocer la grandeza y fidelidad de Dios en todas sus obras. Desde el principio, el salmista exalta al Señor con todo el corazón, reflejando una entrega total y sincera. Este no es un simple acto externo de alabanza, sino un reconocimiento interno de quién es Dios y de lo que ha hecho.


Dios es digno de nuestra alabanza, porque sus obras son grandes, gloriosas y llenas de justicia. Cada cosa que Él hace revela su carácter perfecto: Su misericordia, su fidelidad y su bondad. A través de la historia, podemos ver su mano actuando, tanto en la creación como en la redención de su pueblo.


Cuando el salmista declara que «grandes son las obras del Señor», nos anima a buscar esas obras, a estudiarlas y a meditar en ellas. Esto implica un llamado a detenernos en nuestro día a día para reflexionar sobre las bendiciones y la fidelidad de Dios en nuestra vida. Desde lo más pequeño, como el aire que respiramos, hasta lo más grande, como la salvación en Cristo, todo apunta a su bondad.


Si pensamos en una aplicación personal para este salmo, podríamos decir que debemos dedicar un tiempo específico hoy para alabar a Dios. No importa si estamos solos o en una congregación, lo importante es que nuestra alabanza sea genuina y de corazón.


Esto se ve intensificado si es que reflexionamos sobre cómo Dios ha obrado en nuestras vidas. Ahora, si tomamos un momento para observar la naturaleza, leer la Biblia o meditar en su provisión diaria, nuestros corazones no podrán quedar indiferentes. 


Digamos hoy: Señor, ayúdame a buscarte cada día, a meditar en tus maravillas y a confiar en tu fidelidad. Que mi vida refleje la gratitud y el amor que siento por todo lo que haces. En el nombre de Jesús, amén.

Comments


bottom of page