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Agentes del cielo



A todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él. (1 Corintios 9:22–23)


El proceso de solicitud fue largo y engorroso. Las verificaciones de antecedentes fueron extensas, y la aplicación del Dr. Karlo fue casi arruinada por rumores de sus lazos cristianos. Sin embargo, el Dr. Karlo superó el arduo proceso y se convirtió en médico de la Policía Secreta en Rumania, bajo la URSS. Nadie debía saber que era cristiano. Su propia familia lo rechazó porque pensaban que se había convertido en comunista. Uno a uno, la familia, su iglesia y todos aquellos a quienes había estado cerca le dieron la espalda. Ninguno de ellos conocía su misión: encontrar al pastor Richard Wurmbrand. En su papel como médico de la Policía Secreta, podía ir y venir a la prisión sin preguntas, además, tenía acceso a todas las celdas. Buscó incansablemente por el pastor Wurmbrand, hasta que finalmente lo encontró. El Dr. Karlo había cumplido su cometido, por lo que se lo dijo a otros cristianos, los cuales se lo dijeron al mundo exterior. 


Todos creían que el pastor Wurmbrand estaba muerto, pero ahora tenían pruebas de que estaba vivo. Y durante las conversaciones entre Jrushchov y Eisenhower en 1956, los cristianos de todo el mundo clamaron por la liberación de Wurmbrand. Finalmente, fue liberado tras el pago de un rescate de 10.000 dólares. Más tarde, el pastor mismo, dijo: —Si no hubiera sido por este médico que se unió a la Policía Secreta, específicamente para encontrarme, nunca habría sido liberado. Me hubiera quedado en prisión o en una tumba dentro de la misma—.


En cierto que los agentes secretos son las estrellas de la gran pantalla, pues sus misiones involucran una aventura tras otra arriesgando sus vidas. De la misma manera, los «creyentes extremos» en naciones restringidas llevan vidas llenas de riesgos. Sus historias hacen una diferencia eterna para muchos. No se atreven a anunciar su misión, pero siempre están dispuestos a aprovechar al máximo cada oportunidad para compartir las buenas nuevas de Cristo. 


Mis hermanos, sin importar la geografía o la situación de la vida, Dios nos llama a cada uno de nosotros a ser «su agente espiritual», informando las noticias de la sede celestial. Estamos en la misión de compartir el mensaje de Dios de amor y perdón todos los días (Marcos 16:15). Dios no da ninguna garantía de seguridad con esta asignación de trabajo, no obstante, promete recompensas eternas. ¿Estamos cumpliendo con nuestra misión como agentes del cielo?

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