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¿A quién buscamos?



Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. (Jeremías 29:13)


¿Ha notado usted las primeras palabras del Señor Jesús en el evangelio de Juan? Es una pregunta: «¿Qué buscáis?» (Juan 1:38). Lo interesante es que hacia el final de este evangelio encontramos la misma pregunta, por ejemplo, cuando la turba lo fue a arrestar les preguntó: «¿A quién buscáis?» (Juan 18:7); y a María Magdalena le hizo la misma pregunta: «¿A quién buscas?» (Juan 20:15).


Pero si el Señor nos preguntara hoy mismo: «¿Qué buscas? ¿A quién buscas?» ¿Qué contestaríamos? ¿Qué y a quién buscamos? Porque podemos perseguir muchas cosas, ilusiones, sueños o cosas vanas aquí en esta tierra. Por ejemplo, un coleccionista podría viajar al fin del mundo con tal de conseguir una pieza única. Pero la Palabra de Dios nos dice dónde deberíamos tener puesta nuestras miradas:


Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. (Hebreos 12:2)


Si bien Pedro y Juan fueron a la tumba del Señor buscándole, al encontrarla vacía se volvieron a casa. Mientras que María Magdalena, a pesar de no encontrar al Señor en la tumba, se quedó en los alrededores buscando el cuerpo de Él. Entonces, Él la llamó por su nombre y ella le reconoció. En ese minuto entendió que el Señor Jesús estaba vivo.


Sigamos el ejemplo de esta mujer, es decir, busquemos al Señor Jesús con todo nuestro corazón al leer su Palabra, asimismo en oración. Porque así como se reveló con María, lo hará con nosotros. Bien dice su Palabra:


Yo amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan. (Proverbios 8:17)


Entonces, ¿a quién buscamos?


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