top of page

A lo que estuvo dispuesto Cristo

  • 25 dic 2024
  • 2 Min. de lectura

Versión en video: https://youtu.be/m9SxqKcGOXU

Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres. (Filipenses 2:5–7)


Si meditamos en lo que el Señor hizo por nosotros, no podemos no asombrarnos. Por ejemplo, cuando uno lee en el Antiguo Testamento (AT) la siguiente declaración de Dios: «¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?» (Jeremías 23:24b). Y luego lee: «Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús» (Lucas 1:30–31). No podemos no quedar maravillados. 


Aquel que llena la tierra y el cielo, no solo habitó un cuerpo humano, sino que lo habitó desde el momento de la concepción. Y el tamaño que tiene un óvulo tras unirse a un espermatozoide (el cigoto), es de a penas 0.1 milímetros de diámetro. ¡A eso estuvo dispuesto a humillarse nuestro Señor.


Ahora, cuando leemos en el AT: «Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella; el mundo y los que en él habitan» (Salmos 24:1 LBLA). Y luego leemos qué pasó en su nacimiento: «Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón» (Lucas 2:7). No podemos quedar impávidos e indiferentes al sacrificio de nuestro Dios. 


Este despojo, esta humillación es algo que a penas y alcanzamos a entender, porque no sabemos la dimensión del esplendor de su gloria, el detalle de toda la adoración celestial, no conocemos su trono, pues no lo hemos visto. Pero todo eso lo dejó para venir a este mundo y dar su vida por criaturas que eran sus enemigas (Romanos 5:10), que le había vuelto la espalda (Isaías 53:6). 


Hoy el mundo celebra con regalos, quizás tuvo un momento familiar durante la pasada noche. Sin embargo, para nosotros, los creyentes, el solo hecho de que Cristo haya descendido al mundo es más que de lo que jamás podríamos haber pedido y deseado. No quedemos indiferentes frente al sacrificio y humillación de nuestro Señor, démosle gracias y exaltemos su nombre, pues es digno de toda nuestra adoración.

Comments


bottom of page